jueves, 5 de noviembre de 2009

1988

1988: Abraham Guillen, economista anarquista, publica “Economía libertaria”. Tiene un capítulo dedicado al dólar y al oro:

http://economialibertaria.blogspot.com/2009/10/el-oro-la-crisis-y-el-dolar.html

“Si el dólar se empeña en dirigir al oro, en bloquear su precio desde 1934, descubrirá que bajo una economía mercantil de base capitalista, el oro puede arruinar al dólar y con ello encajar una crisis total a la economía norteamericana, aparentemente próspera, quizá porque debe muchos millones de dólares en divisas, que no paga y figuran como euro-dólares, petro-dólares, nipo-dólares. ¿Hasta cuando puede continuar ese juego norteamericano de deber, no pagar y con ello no devaluar al dólar en proporción a su pérdida de poder adquisitivo y de depreciación respecto al oro?

Gracias a la trampa de someter el oro a la dictadura del dólar, a vender los haberes en oro del Fondo Monetario Internacional para hacer la defensa del dólar, a subir en 1981-85 el tipo de interés de los Títulos del Tesoro norteamericano por encima del 10%, para que éstos den más beneficios que la compra de oro, a que se acumulen miles de millones de euro-dólares, petro-dólares , nipo-dólares no convertibles en oro a que Estados Unidos manipula la política del Fondo Monetario Internacional como si fuera su instrumento de imperialismo monetario, a que el dólar y sus empresas multinacionales dominan la economía mundial, Estados Unidos se puede permitir todas las aberraciones económicas en su provecho; pero un día quizá no lejano, estallará una crisis mundial más grande que la de 1929-33. ¿Cómo se saldría de ella? ¿Volviendo, otra vez, al patrón-oro por la misma razón que, en otra época se salió de él, para que el dólar manejara la economía mundial, utilizando el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el GATT como medios financieros y monetarios de dominación del capitalismo de la City y de Wall Street?
El dólar, a pesar de su prestigio internacional, del privilegio de ser moneda-reserva de valor mundial, está sometido a un deterioro progresivo de su poder de compra interno, cosa que no sucedería con un dólar moneda-mercancía dentro del patrón-oro. En este sentido, el dólar de Eisenhower, en 1958, si lo consideramos como igual a 100, sólo tenía un poder adquisitivo de 44 centavos del dólar de Carter en 1978; pero, a pesar de esta depreciación , seguía siendo la moneda-divisa central del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Por otra parte, la divisa estadounidense se ha endeudado mucho con el exterior debido a que importa más de lo que exporta al mercado mundial. Tradicionalmente el dólar, desde finales del siglo XIX hasta el año 1971 había revelado en su balanza de comercio exterior continuos superávit que revaluaban esta divisa en el mercado mundial. Sin embargo, el dólar se ha degradado constantemente: registró un déficit comercial exterior de 30.000 millones de dólares en 1977, equivaliendo a un 25% del valor de sus exportaciones; 40.000 millones de dólares en 1962; 60.000 millones de dólares en 1983; unos 120.000 millones de dólares en 1984; y unos 150.000 millones en 1985. No obstante, el dólar seguía siendo una moneda sobrevaluada en contra de las leyes económicas y la lógica de los hechos.

Tal situación es explicable porque el tipo de interés en dólares era muy elevado: más del 10% lo cual atraía hacia Estados Unidos los dólares debidos por éste en su balanza de comercio exterior, más los dólares de los ahorristas del mundo, que ven en el dólar mayores beneficios que comprando oro como valor refugio contra la inflación de sus propias monedas y del dólar. Estas paradojas pudieran anticipar, finalmente, una gran crisis financiera y monetaria internacional. Pues mientras las deudas exteriores de América Latina hay que pagarlas usurariamente, no en sus propias monedas sino en dólares, la deuda externa norteamericana no se paga nunca, constituyendo así un factor de prosperidad y no de calamidad como en América Latina.

Estados Unidos está viviendo más allá de sus propias posibilidades económicas internas: compra más que vende al mercado mundial. En este sentido, la parte del comercio exterior norteamericano en su producto interior bruto era del 6%, en 1970, contra 9% en 1983.”

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